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Rumorosas pestañas
de los cañaverales,
Cayendo sobre el sueño
del hombre hasta dejarle
el pecho apaciguado
y la cabeza suave.
Ahogad la voz del alma,
que no despierte y salte
con el cuchillo de odio
que entere sus dientes late,
Así, dormido, el hombre
toda la tierra vale.
De Miguel Hernandez
Esta poesía trata de que el hombre reacciona muchas veces de forma incorrecta y violentamente.
Fodo por: Estela Moreno
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